Sra. Delegada UCM en RCU: Dña. Mónica Fuentes Naharro
M. R. P. Provincial: Domingo Amigo González, OSA. Provincia Agustiniana de
San Juan de Sahagún de España
Sr. Director académico D: Sixto Álvarez-Melcón
Sr. Delegado de Patrimonio Nacional: D. Manuel Terrón Bermúdez
Sra. Alcaldesa: Dña. Carlota López Esteban
M.R.P. Superior General: Agustín Devesa del Prado, OMD. Provincia
Mercedaria Descalza
M.R.P. Prepósito Provincial: Jorge Iván Ruiz Cortizo, SchP. Provincia Escolapia de Betania.
Autoridades académicas, eclesiásticas, civiles y militares.
Un año más, me dirijo a todos vosotros al acabar un curso académico, y me gustaría destacar que hemos terminado el curso con una impresión muy buena. Creo que estamos bien orientados y que, entre todos, y aunque quede mucho camino por delante, vamos acercándonos a todas esas metas que queremos conseguir. Los objetivos, las líneas, las competencias, las capacidades deben estar al servicio de las personas. Con la misma responsabilidad de liderarlas y ofrecerlas a los estudiantes con un futuro de esperanza; además, tenemos la obligación de fomentarla en cada uno de nuestros alumnos; sus potencialidades, para ayudarles en su desarrollo social, cultural y ético; a las generaciones de personas jóvenes que comienzan su itinerario académico, que tenemos la obligación de dirigir, formar y enseñar, llevando nuestro interés en conocer sus necesidades, problemas, comportamientos y conseguir los frutos deseados en sus estudios, para que sean personas que buscan y encuentran, que se sacrifican y consiguen, que se esfuerzan y obtienen los resultados pretendidos.
Debemos promocionar los valores desde el pensamiento católico, desde la creencia, que es alimentada por la fe, promover más valores éticos. Hoy como nunca, tenemos que incentivar la promoción de los valores familiares; necesitamos generar confianza, amor, entrega, solidaridad y excelencia. Está en nuestras manos el ser líderes sociales que contribuyan a la excelencia de todas las instituciones y, por ello, a la de las personas, tanto a nivel profesional como a nivel personal, entendiéndolos como individuos con una preparación integral que tienen múltiples necesidades. Cuando creíamos que estábamos superando la grave pandemia producida por el COVID19, apareció en nuestro horizonte el azote de la guerra. Nadie lo comprendía, nadie lo podía creer, pero estuvimos en todo momento en una conflagración televisada. El sentido devastador de cualquier conflicto armado apareció en nuestras pantallas y entró de lleno en nuestros hogares. Con el desánimo, el miedo instalado en el cuerpo y un nudo en la garganta, todos nos preguntábamos ¿por qué?
El 5 de octubre de 1938, Winston Churchill tomó la palabra en el Parlamento, respondiendo a Arthur Neville Chamberlain diciendo: “La hora de la verdad no ha hecho más que comenzar. Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. La dura realidad no se hizo esperar. Más tarde, en pleno conflicto, de nuevo Churchill, siendo ya Primer ministro, el 13 de mayo de 1940, declaró: “Sólo puedo ofrecer sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Pasada la guerra, tras su derrota electoral, en las elecciones generales del Reino Unido celebradas el 5 de julio de 1945, tras el levantamiento del Estado de guerra el 9 de mayo, pasó a la oposición, en la Cámara de los Comunes. Tras ganar la guerra, inexplicablemente pierde las elecciones, y Winston apostillaría: “que no dejaría de meditar que las grandes naciones son ingratas, la derrota política puede ser un buen momento para meditar sobre la doctrina moral estoica”. De las dificultades salen los grandes desafíos.
Dos cosas hemos aprendido de esta crisis militar. Por una parte, el arrojo, la valentía, el pundonor, del pueblo ucraniano, que se ha puesto a luchar por su libertad, por su democracia, por su futuro. Creo que nadie auguraba una reacción de esta magnitud, que hizo ponerse al frente a su presidente Volodímir Oleksándrovich Zelenski, y que al mismo tiempo reportaba una tragedia de casi cinco millones de refugiados que han salido hacia las fronteras de la UE, entre ancianos, mujeres y niños.
Los desplazados dentro de las propias fronteras de Ucrania siguen escuchando el ulular de las sirenas que anuncian: atención, peligro y normalidad. ¿De qué normalidad hablamos?
Los que eran objetivos en un primer momento como centros logísticos, inteligencia y dependencias militares, tropas, ejércitos, se convirtieron rápidamente en objetivos civiles, comunicaciones, zonas residenciales, centrales nucleares y, por último, el asedio sistemático a las grandes ciudades, cortando suministros y ayuda humanitaria, para finalizar con los hospitales oncológicos y materno infantiles, donde la vida amanece. Se ha hecho uso de bombas termobáricas, así como bombardeos con misiles a la mayor central nuclear, que es la de Zaporiyia, que están prohibidas por la Convención de Ginebra y el Derecho Internacional. Existe ya ensañamiento con la población civil con asesinatos en masa que no tienen nombre. Levantamos la voz de la conciencia y pedimos la deposición de las armas por parte de Rusia de manera inmediata, con el fin de las hostilidades, agresora de un país dotado de un sistema democrático y el reconocimiento de las libertades para restablecer la paz, justa, estable y perdurable.
Sin duda, al mismo tiempo la reacción en cadena contra el mandatario ruso Vladímir Vladímirovich Putin, bestia negra, que podemos encaramar hasta el podio del diabólico Adolfo Hitler. A esto se le llama conculcación de los derechos humanos, delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra, violación de mujeres y niñas, genocidio. No será fácil demostrarlo. Por eso, los crímenes que ofenden a toda la comunidad internacional deben ser perseguidos por ella misma, por encima de la soberanía de cada país.
Por otra parte, la gran ola de solidaridad de todos los países de la UE, que han sabido estar, en esta emergencia humanitaria, a la altura de las circunstancias, empezando por Rumanía, Hungría, Eslovaquia y Polonia que poseen frontera natural con Ucrania, y abriendo sus fronteras a las columnas de refugiados. Igualmente, otros países, como España, que se han volcado en aliviar sus necesidades, con la puesta en marcha de grandes convoyes de ayuda humanitaria para llevar comida, ropa y medicinas y regresar con familias que huían del horror de la guerra. Porque cualquier guerra se sabe cómo comienza, pero nunca cómo acaba.
Es muy clarividente que ambas cuestiones, pandemia y guerra, han hecho que nos caigamos de nuestro particular pedestal, de sociedad soberbia, encasillada en su verdad todopoderosa, en la omnipotencia del hombre sobre el universo, pero derrumbado por un virus que parecía cualquier otro que la ciencia ya conociera y el exceso de confianza propia. Esto nos puede llevar a pensar, que nosotros no somos ni el ombligo del mundo, ni la panacea de los problemas. Hemos puesto al hombre en el centro de todo, creyendo que todo dependía de él. Nos hemos olvidado de Dios. Hemos dado carpetazo al Señor, creador, de todo lo que existe, expulsándole a las tinieblas exteriores, asumiendo que no existe, o le hemos matado, para que no nos molestase en nuestra vida cotidiana. Es más, esta guerra, como en otras ocasiones ha enfrentado a cristianos de distintas confesiones: ortodoxos y católicos de diversas Iglesias, autocéfalas, greco melquitas y bizantinos. ¿No será nuestro afán de poder, lo que está detrás?
Ante los problemas sociales, económicos que afectan a la sociedad nuestra propuesta es que todos los sectores nos unamos en una búsqueda conjunta de planes de acción que nos proporcionen nuevos esquemas de emprendimiento, nuevas líneas de liderazgo, nuevas áreas de desarrollo, mayores oportunidades para el empleo; llevar adelante el progreso, la educación, la cultura a los lugares más recónditos y alejados de nuestra nación y al mismo tiempo generar bienestar e igualdad de oportunidades.
Todas las carreras universitarias necesitan actualización constante, como todos los demás estudios, pero las dedicadas al servicio de la sociedad especialmente, deben estar en la vanguardia de los cambios, del uso de alta tecnología, la informática y de avances continuos que obligan a cada profesional a una vida intensa de estudio, de preparación y de formación continua. He aquí, los nuevos doctores de nuestra universidad, cuyas tesis fueron defendidas durante este curso: Dña. Virginia Gordo Molina; Dª. Slavka Dimitrova; D. Juan Pérez Carrandi; Rvdo. P. Carlos R. Alonso García, OSA. En esto se dirime la excelencia o la mediocridad, y creo que la opción que debemos tomar es muy clara. Claro que, con la reforma de las enseñanzas medias, no sé qué alumnos nos pueden llegar.
Somos una institución Universitaria en la cual prima la dimensión católica, la ética, la moral y la excelencia académica, que nos debe llevar por los senderos del crecimiento no solo profesional sino también humano, pues educamos la mente y el corazón, los valores, los sentimientos; educamos en humanidad, poniendo al hombre en su lugar dentro de la antropología cristiana y dando sentido a Dios, que en su Providencia amorosa, sostiene este mundo, aunque seamos nosotros los que en
ocasiones parece que somos los que queremos destruirlo con nuestras artimañas, intransigencias y deslealtades.
La estancia en la Universidad nos ha ido influyendo progresivamente, ha hecho que transformemos nuestra manera de percibir el mundo real; ha determinado que seamos más personas, con mayor sentido crítico, para observar la realidad, cercana y lejana, con otros ojos, y especialmente nos dotó de herramientas para poder desempeñar nuevos papeles en la sociedad a la que pertenecemos y llevar adelante nuestros compromisos como hombres y mujeres que apuestan por nuestra nación y por un mundo en cambio. Sigo de nuevo a Winston Churchill cuando afirmaba que: “El problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes”. De aquí se pueden derivar muchas preguntas, pero que necesariamente, cada uno tendrá que responder ante su propia conciencia y ante la sociedad de su tiempo. ¿Qué podría yo aportar para enderezar la decadencia ética, emocional, profesional y familiar en mi entorno? ¿Qué estamos dispuestos a llevar adelante para que nuestra nación, avance, progrese y sea líder en algún campo de actuación? ¿Ha tenido alguna influencia religiosa tu paso por las aulas del RCU Escorial-María Cristina?
No podemos olvidar, que sea la respuesta que sea, debemos tener en cuenta siempre que toda acción o reacción que tomemos, como estudiantes, profesionales, como profesores, nos llevará a un impacto en nuestra existencia, en la de los demás y en toda la sociedad. No cabe duda, que no desfalleceremos en nuestros esfuerzos por elevar la capacidad de trabajo, sacrificio, de abnegación, la exigencia, en todos los ámbitos de la universidad, de profesores y alumnos, de los grados Derecho, Administración y Dirección de Empresas, Teología, del Master de acceso al ejercicio de la Abogacía, y los de Quiropráctica, en su nivel grado y Master, como título propio de María Cristina.
Todos tenemos que involucrarnos, si queremos llevar adelante este gran proyecto de excelencia que deseamos para los Estudios Superiores del Escorial María Cristina. También los alumnos que tienen la misión y la obligación de una mayor integración universitaria, sin exclusivismos ni individualismos. Para nada eso representa la vocación agustiniana.
Existen posturas para nada recomendables, pues lo religioso se asienta sobre lo humano, pero que ni lo cubre ni tampoco lo sustituye. Creo que la educación no se puede perder nunca y se ha de ejercitar constantemente. Termino una época fascinante que ha sido el servicio de dos trienios como director del Centro Teológico San Agustín. Un tiempo de gran dinamismo y preocupación por los Estudios y la mejora en todas sus acepciones. Ahí están las Jornadas Agustinianas, con una serie de temas de actualidad e importancia y el Curso de Teología, la Iglesia ante un mundo en cambio, dentro de los ofrecidos por los Cursos de Verano de la UCM.
La nueva adaptación del Plan de Estudios y los Estatutos, en referencia a la próxima renovación de la afiliación del Centro Teológico a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, es todo un reto. Esto supone una nueva adecuación y renovación de los Estudios de Filosofía y Teología, que conforman el Grado en Teología, que da paso al Master de una especialización teológica y a la realización posterior del doctorado. Necesitamos más alumnos que estudien todo este proceso apasionante y enriquecedor para la Provincia y para la Orden de san Agustín.
Muchas gracias a todos por vuestra presencia y participación.
LAUDETUR IESUS CHRISTUS
13 de junio de 2022
Festividad de san Juan de Sahagún, patrono de la Provincia